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sábado, junio 09, 2007

El milagro de nombrar al Buddha


Anoche fue la conjunción mensual de Luna-Urano, una de las configuraciones que suelen afectar energéticamente a los uranianos. Quizás esa fue una de las razones por la cual tuve una experiencia energética un tanto fuerte: me desperté sintiendo ese zumbido-vibración que todos los que han tenido experiencias astrales conocen bien. Yo lo he tenido muchas veces en el pasado, pero esta vez me sorprendió la intensidad. Fueron tan intensos el sonido y la vibración, sobre todo en la parte superior del cuerpo, que me asusté y dirigí mi mente hacia el Buddha, e inmediatamente una gran paz suplantó al miedo y la experiencia se desvaneció en segundos, despertándome casi sonriendo.

Esto me hizo recordar otras experiencias que he tenido con este ser tan inmenso.
En una ocasión, tuve un despegue astral bastante feo. Estaba rodeado por energías oscuras de ésas que meten mucho miedo, y comencé a gritar (en el astral) primero el nombre de Maitreya, y luego del Buddha.
Cuando gritaba el nombre del Buddha, observé que las energías oscuras se detenían, para luego comenzar a retroceder.
Finalmente, vino como un viento puro que arrastró todo lo negativo.

En varias ocasiones el sólo nombrar al Buddha atrajo una energía de sutil paz que invadió todo. Generalmente eso me pasó junto a personas muy cercanas.
Hace muchos años, hacia 1978-79, estábamos reunidos en una pequeña habitación del barrio de San Telmo algunos amigos que estábamos descubriendo a Krishnamurti y que nos solíamos reunir con Armando Clavier. En ese grupo estaban Abel, Jorge, Gabriel (y creo que) Mario. Acurrucados en la noche del invierno y de la dictadura militar de entonces, solíamos leer a K y hablar al respecto. Pero ese día llevé un pequeño libro sobre las enseñanzas del Buddha y leímos una página. Eso desencadenó un gran cambio en la pequeña habitación. Fue la primera vez que observé que tales energías podían venir no sólo por K, sino también por el Buddha.

En otra ocasión, pasó lo mismo cuando le traducía un sutra a Elena en el dormitorio. Y también con ella, esa energía sagrada, vasta, apareció en el País de los Niños cuando hablábamos acerca de cómo uno debe dirigirse al Iluminado. Hace más poco tiempo, inundó la habitación cuando charlábamos en forma casual sobre el Buddha con Cecilia, en el comedor de nuestra casa de entonces. Los ojos de ella se llenaron de lágrimas y dijo: "Esto es lo que me hace feliz..."

Alguna vez Krishnamurti dijo del Buddha que era "puro como el viento norte".
Hay muchos relatos de la aparición de la energía del Buddha en su vida, que fue sentida por las personas que estaban cerca de él, y K no podía hablar del Señor (como a veces le llamaba) sin sentir un estremecimiento en su cuerpo.

¡Que ser tan maravilloso!
Pensar que cosas como éstas deben de estar pasando en muchos lugares del mundo, y que seguirá pasando en el futuro siempre así... imprevisto, inmenso, misterioso...

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1 comentario:

  1. Una tía mía (que anda con el tema de los Ángeles, los Rosacruces y la Llama Violeta, entre otros tópicos) una vez me dijo que pruebe (no recuerdo en qué ocasión, creo que cuando estuviese en un sueño lúcido) decir que quiero ir a la biblioteca de las Pléyades, o a la biblioteca universal, o algo así. Digamos, desde un punto de vista interno mío, yo a esas cuestiones no les presto mucha atención (fue muchas veces un prejuicio, hoy espero encontrarme alguna verdad por mí mismo).
    En fin, tuve un sueño lúcido, y estaba disfrutando el tenerlo, hasta que me acordé de lo que me dijo mi tía: yo estaba en un colectivo dentro del sueño y les miraba la cara a las personas dentro de él. Quería ver cómo se comportaban éstas sabiéndome yo en medio de un sueño. Hice aparecer (lo que fue muy alegre y divertido para mí) unas monedas en mi mano para pagar el boleto del colectivo, y mi interés estaba en intentar hacer aparecer cosas en mis manos. De repente, dije "quiero ir a la Biblioteca... (universal creo que dije)" y todo a mi alrededor empezó a derretirse. La realidad de ese lugar empezó a derramarse y lo que quedaba era algo oscuro. Todo se derretía o derramaba e iba quedando un escenario oscuro. Tuve la sensación de ser transportado. Tuve miedo. Recuerdo difusamente una torre, pero me temo que esto sea un falso recuerdo. O seguí durmiendo ya sin consciencia o me desperté.

    Dentro de lo que yo vivencié, es lo más parecido esto que te cuento, Galaxio, el nombrar algo en un estado, con lo que escribes en esta entrada. Nunca hice otro intento de nombrar nada, salvo en ocasiones súper miedosas (casi no se repiten ya) que rezaba el Padre Nuestro cristiano y, como desde niño, el miedo se esfumaba y recuperaba la tranquilidad (soy agnóstico, por decirlo de alguna manera).

    Trato de no posicionarme a pensar más allá de lo que a veces me pasa porque aparentemente tengo gran predilección por los auto-engaños :D .

    ¡Un saludo!

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